martes, 25 de septiembre de 2012

Mucho que viajar antes de poder dormir.


Sé que hubo un día
en que viví


inmersa en lo antiestético de la serendipia
en un viaje para caminantes
que caminan
solos
perdida entre las puertas abiertas
_demasiadas puertas abiertas_
a las que siempre llegué tarde
para verlas cerradas


Y yo, con mi disfraz de caminante,
sonrío y bajo la mirada
bajo la mirada por no llorar
por no escapar por esos caminos
de baldosas de porcelana
con las juntas muy blancas
que huelen a limón
tan ácido
que resulta frío

 Yo sé que un día
viví

en calles de adoquines embarrados
agachada limpiando las grietas
para que tú pasases
y no te ensuciases
la suela de los zapatos

Y, el caso es,
que, en el fondo,
prefería el barro
al guante que me abre la puerta
en lo antiestético de la serendipia
de decir que no buscas nada
de dejar que te busquen
al final
no quise que nadie me encontrara

Jugué a la exhibición
a la vez que al escondite
y al final
como siempre que pretendo
hacer algo
me doy cuenta
de que
en este circo del que me caí
siendo funambulista
aprendí a ser domadora

No hay comentarios:

Publicar un comentario